viernes, 2 de enero de 2009

QUIEN ME VENDE ALGUN PRODIGIO?


En este segundo día del nuevo año…con el calor de la siesta que siguió a una noche lluviosa y fresca….pensé qué publicar hoy….y leyendo las cosas que tengo… acumuladas volví a caer en mi ya amigo Edu Molaro….Qué prodigiosa es su forma de escribir ¡!!!....cómo maneja las metáforas que embellecen sus temas….y con qué acierto sus ideas reflejan la realidad de hoy….en fin para Uds…


CUENTO DE EDU: ¿ Quién me vende algún prodigio?
Domingo, 28 de Diciembre de 2008 por Eduardo Molaro

CAVILACIONES: ¿ Quién me vende algún prodigio? El mundo está plagado de pequeños dioses, de ángeles con alas enmohecidas que proveen todo tipo de tempestades maravillosas.
Entre estas entidades, hay quienes proporcionan a los enamorados el efímero encanto de los amores fugaces, para que luego descubran la ausencia en sus alcobas melancólicas. Hay deidades que otorgan la posibilidad de soñar mientras se está despierto, y entregan sueños nocturnos, donde el que duerme sueña que está despierto y contando las horas que lo separan del momento de soñar que sueña. Otros infames dioses regalan el desvelo a los poetas y nuevas penas de amor para llenar la olla de sus tristezas debidamente, y así poder cocer a fuego lento una nueva desventura. Lo bueno, es que saben que la obra de estos poetas no termina en el desengaño, sino que comienzan allí. Hay otro género de entidades menores que negligentemente le regalan a sus seguidores la falsa idea de la felicidad. Nunca se han ocupado en decirles que la felicidad no está en ninguna parte. Otrora, las entidades que manejan los designios se preocupaban por cuestiones menos mundanas. Pero hoy – época de pensamientos en sachet – han decidido inmiscuirse en cuestiones casi de peluquerías. Por eso han creado una corporación destinada a difundir la fe en los electrodomésticos, los teléfonos celulares y las comunicaciones virtuales. Algunos ya hemos empezado a extrañar los tiempos en que el Demonio era más fácil de identificar. Pero, mientras tanto, quien esto escribe, sigue aquí…desvelado, amando, intentando que se produzcan pequeños milagros, prodigios de dos con cincuenta, pero prodigios al fin; o esperando que algún ángel atorrante me diga que puedo recostarme en la hierba de mis fracasos y no en los laureles de la gloria vana y ajena; algún duende taciturno que me invite a jugar cartas con la luna, que prostituya las edades de mi pena, que eyacule versos mal paridos en los suburbios de la inteligencia y la sensibilidad. Y esto es, que sigo aquí…deshojando las margaritas de plástico que un serafín mercantilista hoy dejó sobre mi almohada.

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